LOS ORÍGENES: La Educación Creadora

Hace unos años, abrí el taller de pintura en Bustarviejo, con las condiciones de Educación Creadora que estableció Arno Stern en «Le Closlieu». Actualmente el taller permanece cerrado, aguardando encontrar un espacio en Madrid ciudad donde volver a abrirlo.

Mientras, continuo desarrollando y dedicándome a la asistencia en otros ámbitos. En este sitio puedes hacerte una idea del taller. Si deseas información actualizada de Educación Creadora en Madrid puedes ponerte en contacto conmigo: Marta Martínez.

En los años 40, tras la Segunda Guerra Mundial, Arno Stern quedó a cargo de un grupo de niños. Carecía de experiencia, pero las circunstancias le llevan a montar un taller de pintura, así que los niños y él aprenden juntos. Su asistencia permite que los niños se doten de unas reglas para que el juego de pintar funcione, y de este modo, va estableciendo unas condiciones y configurando un espacio protegido y cuidado en cada detalle. Después de  setenta años, y con 90 años de vida, continúa trabajando en su taller “Le Closlieu”. Las personas que allí acuden se permiten ser y expresarse libremente. Su investigación acerca del dibujo le lleva a constatar la teoría de La Formulación. Miguel Castro y Vega Martín extrapolan los mismos principios a otros juegos: la arcilla, el movimiento, el juego de configuración. Encontrando en ellos los mismos mecanismos que en el juego de pintar.

Arno Stern en Bibao_by_Míguel_Azera_03

En 2010 conozco su trabajo, desde entonces no paro de investigar y experimentar en diferentes ámbitos: profesionales, educativos, familiares y sociales; con el fin de intentar aplicar las condiciones de la educación creadora allí donde me sea posible. En 2013,  finalizo en Diraya el seminario de Educación Creadora, que me posibilita materializar un taller de pintura en Madrid con las condiciones de la Educación Creadora.

ORÍGENES

En palabras de Miguel de Castro:

«El origen de esto, ¿cuál es? Fue un azar en plena 2ª guerra mundial. Arno Stern, con 17 años aproximadamente, es encargado en un campo de refugiados de cuidar de un grupo de 12 niños de diferentes edades en un espacio tan precario como era una habitación de 20 m2. Por allí aparece una caja de pinturas y los niños le dan ciertas ideas de como manejarse con el escaso material. El azar consistió en la aparición de una caja de pinturas, un grupo de niños huérfanos de guerra y Arno Stern con 17 años y ninguna formación en relación con la actividad que empezó allí a generarse, que era pintar. Esto fue una suerte porque como Arno no sabía nada, pues no sabia si lo que hacían los niños estaba bien o estaba mal, no sabía qué instrucciones dar, no sabía si tenía que enseñar algo o no tenía que enseñar nada y como no sabía, no enseñaba nada, y lo único que hizo fue, constatar lo que allí pasaba, y ¿qué es lo que pasó? En el transcurso de un año, hasta que estos niños fueron adoptados, Arno observó dos cosas. La primera fue que estos niños solamente pintando se transformaron. ¿En qué sentido? Pues partiendo de una situación de graves carencias, de profundo malestar, una situación de temores, pasaron a ser niños con una enorme seguridad y con una enorme fuerza. Esto llamó la atención, claro, de muchísima gente que acudió a ver qué es lo que estaba pasando allí, que con 4 pinceles y 4 pinturas se consiguió lo que no conseguían en otros lugares, ni con terapia, ni con buena alimentación, ni de ninguna manera. Esta transformación le llevó a Arno a pensar, que esta actividad, en las condiciones que allí se desarrollaba, era estupenda para la gente y esto determinó su trabajo de toda su vida, que fue más tarde trasladarse a París y abrir un taller de pintura para niños y adultos. La segunda cosa que vio fue que todos los niños pintaban lo mismo, y su pregunta era si pintarían lo mismo porque eran judíos y huérfanos, o cómo pintarían en otros lugares completamente diferentes, en los que se dieran condiciones climáticas y culturales bien diferentes. Como nadie le podía responder, eso le llevó a hacer un trabajo de investigación durante la década de los 60 y los 70 que le llevó a descubrir los mecanismos de la expresión, los mecanismos de la creación y la relación que había entre creación, expresión y comunicación. Arno abrió un taller en París donde reproducía, de forma depurada, aquellas condiciones que se habían dado en el orfelinato, y esto estableció los fundamentos, los principios de la educación creadora».

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