PINTURA

UN LUGAR. Donde atender la necesidad de pintar, configurado por cuatro paredes donde colocar el soporte para la pintura, papeles blancos de 50x 70 cm. El campo visual de una persona que pinta a una distancia normal. Este espacio es ampliable en función de las necesidades de cada persona añadiendo hojas.

En el centro de la sala está la mesa paleta, con 18 colores, y 54 pinceles (tres por cada color), diseñados especialmente para su uso en este taller y con esta pintura, dispuestos para un grupo de unas 12-15 personas, con diferentes edades y características. Dada su diferencia no se comparan: una persona de 4 años y una de 40 tienen claro que pintarán cosas distintas, así se sienten libres para ser ellos mismos entre los demás.

A un lado, la mesa de mezclas dónde investigar con el color. La pintura que se utiliza es un guache cuya fórmula incluye mucho pigmento, lo que permite experimentar con ella; desde muy diluida, sin que pierta intesidad de color, hasta muy espesa y cubriente.

EN EQUILIBRIO. En el taller hay un equilibrio entre lo colectivo y lo personal; el ir y venir de uno a otro espacio es constante he inmediato, lo que hace factible vivir equilibradamente la propia libertad entre la libertad de los demás*.

Cada persona tiene su espacio personal: el papel sobre el que pinta, y un espacio común: la mesa paleta, la mesa de mezclas y el espacio que forman las paredes. El espacio personal es un lugar íntimo, donde lo que pinta cada persona es para una misma, siendo ella la única que puede decidir que trazos realizar, que colores emplear y cuyo contenido ni se propone ni se comenta. El espacio común es el lugar donde compartir y tener en cuenta a los demás. La hora y media que dura la sesión sucede entre un ir y venir de un lugar a otro, llenando la sala de dinamismo.

GRUPO HETEROGÉNEO.  Las personas que acuden al taller tienen diferentes edades, pueden venir desde muy pequeñas hasta muy grandes, aportando diversidad y diferencia al grupo. De esta manera, cada uno siente la posibilidad de ser uno mismo entre los demás, sin compararse con nadie, pudiendo desarrollar todo lo que tiene de original y personal*.

ASISTIDOS. 

Mi papel en el taller es el de la asistencia desde la escucha, creando las condiciones adecuadas y atendiendo las necesidades concretas que van surgiendo, para que cada persona pueda realizar su trabajo. Con la seguridad y autonomía que da el hacerlo acompañado y dentro de un grupo, la investigación, la experimentación, el descubrimiento y el juego de cada persona se realizan a su ritmo, con autonomía y siendo el director de su propio proceso.

SIN JUICIOS.

Es un espacio donde no hay modelos ni juicios. Aquí, lo importante es el proceso, no los resultados. Así, las valoraciones desaparecen y, se pierde el miedo a improvisar y jugar, evolucionando mucho más de lo que en un principio imaginamos ser capaces.

*La cursiva hace referencia a textos de de Diraya.

Las fotografías son de Cristina Rocha